Doña Esperanza Aguirre Gil de Biedma, marquesa consorte de Murillo y Grande de ¡Es-pa-ña!; plás-plás-plás, ha decidido que, tras once años de presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, esa especie de Disneylandia inventada para no ser menos que otras comunidades, va siendo hora de desprenderse de los liberados sindicales. Y lo anuncia en el mismo mes en que los sindicatos anuncian una huelga general. ¿Esto puede considerarse demagogia?: Noooo... ¡Qué va!.
Ocurre que si analizamos la propuesta, vemos que consiste en aplicar de manera estricta y con un control eficiente y justo las horas sindicales, haciendo cumplir el Estatuto de los Trabajadores y la Ley de Libertad Sindical que, aunque algunos acaben de descubrir son normas que datan de 1997 y de 1985 respectivamente.
Libertad Digital informa que: “el Ejecutivo regional dirigido por el PP pretende ir eliminando las cesiones que se han ido produciendo a los sindicatos durante años pasados en las negociaciones colectivas. Esto ha ocurrido especialmente en las consejerías de Sanidad y Educación cuyas principales concesiones a los sindicatos se produjeron en los gobiernos de Ruiz Gallardón”.
Vaya, vaya. O sea que lo que se estaba produciendo en la Comunidad Autónoma de Madrid era una aplicación laxa de la legislación; una pequeña prevaricación en la que se consentía a los sindicatos "liberar" de sus horas laborales a ciertos funcionarios; que lo que se estaba haciendo con los sindicatos era pagar “una cuota cuasi-mafiosa” en las negociaciones colectivas; y que ahora de lo que se trata es de “eliminar las cesiones que se han ido produciendo durante años pasados en las negociaciones colectivas”.
Vamos a ver si yo me entero de cómo funciona esto de la negociación colectiva con los sindicatos. Aparece un responsable de la CAM y les dice a los sindicatos que de soltar la panoja ni por el forro. Que la vida está muy achuchá y que si estiran de la cuerda se acabará rompiendo... Los sindicatos, por contra, dicen que nanay de las chimbambas; que la CAM lo que tiene que hacer es adelgazar los altos cargos; eliminar los enchufados a dedo y con la lana que se ahorra subirle un pastón al currela. Al baranda de la CAM se le aflojan los muelles de píloro y del resto no hablamos aquí por respeto al lector. Los padrinos de la Cosa Sindical ponen el preaviso de huelga como si fuera el magnum 44 de Harry el sucio, sobre la mesa de negociación mientras, la cohorte de colaboradores -que a modo de guardaespaldas- les rodea en la salón de actos, revuelven los papeles en las mariconeras y bolsitas bandolera donde llevan el bocadillo y el móvil en actitud estudiada y consensuada.
El delegado de Espe se levanta para consultar. El boss sindical se acerca a él y pactan las declaraciones a la prensa que está pendiente de la reunión. Tú les dices que ni un euro y yo les digo que huelga todos los lunes y puentes de julio y agosto. Okey Makey, le dice el subsecretario, abandonando la reunión sintiendo las mordeduras sindicales en sus ijares. Mientras la rehala de delegados sindicales entorno al líder salen a almorzar a un buen restaurante para preparar la alternativa sindical a la CAM. ¿Qué vamos a negociar?. Está muy claro. Una subida significativa de las subvenciones al sindicato; un aumento en el número de cursos de prevención de riesgos y de reciclaje para parados y el aumento de las horas sindicales a los cerca de trescientos comités de empresa que existen en la CAM.
Doña Esperanza sabe que se acercan tiempos de bulla, y como buena amante del flamenco, sabe que la bulla es lo que da alegría a la copla. Doña Esperanza aprovecha sus radios y televisiones para, poniéndose o quitándose alguna camiseta de un deportista español que haya ganado algo, declare: ”Esto ha ocurrido especialmente en las consejerías de Sanidad y Educación cuyas principales concesiones a los sindicatos se produjeron en los gobiernos de Ruiz Gallardón”. Acabemos, claro. Ahora resulta que hay que eliminar los liberados sindicales en el mismo mes de la huelga y aprovechando, que el Eresma pasa por Segovia, que la culpa la tiene Gallardón. Y esto tampoco puede considerarse demogagia ¿no?. Nooooo.... ¡Qué va!.
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