viernes, 10 de septiembre de 2010

Competitividad de la economía española: de mal en peor

POR URBANO LÓPEZ


El Foro Económico Mundial ha hecho público su Informe sobre la Competitividad Global 2010-2011 en el cual se analiza, en base a diversos factores, el nivel de competitividad de las diferentes economías y se elabora un ranking de países en función de la misma. Los factores o "pilares" (como los llama el informe) que se tienen en cuenta son doce: instituciones, infraestructuras, entorno macroeconómico, educación superior y formación, salud y educación primaria, eficiencia del mercado de bienes, eficiencia del mercado laboral, desarrollo del mercado financiero, tecnología, tamaño del mercado y sofisticación empresarial e innovación.

Los resultados para España son realmente negativos y preocupantes, habiendo pasado del puesto 33º al 42º (de 139), muy lejos de las economías más competitivas y de las grandes economías occidentales. Así, EE.UU ocupa el 4º puesto, Alemania el 5º, Japón el 6º, Canadá el 10º y Francia el 15º. Sólo superamos a Italia, que ocupa el puesto 48º. China ocupa el 27º. Además, la caída de nuestro país en el ranking no es algo nuevo, pues hemos pasado, por ejemplo, del 22º lugar de 2002 al 42º.

Según se expone en el informe, el descenso es atribuible en buena medida a una creciente gestión negativa de los mercados laboral y financiero, además del nivel de sofisticación de los negocios del país. También señala el mal funcionamiento de la Administración Pública y de nuestras instituciones que además de ser un lastre para el ciudadano, también lo es para nuestra economía.

Como sabemos, la competitividad es fundamental para la marcha de la economía de un país, pues denota la capacidad que tienen nuestras empresas para colocar sus bienes y servicios en los mercados, tanto nacionales como internacionales. Si no somos capaces de hacerlo, nuestras posibilidades de desarrollo serán mucho menores pues tendremos menos mercado al que vender y, por tanto, empresas incapaces de crecer y crear empleo. Por ello, la competitividad debería ser una prioridad política, pero el cortoplacismo que rige la actuación de nuestros gobernantes lo ha impedido. Se perdió una oportunidad de oro en los tiempos de "bonanza" económica, momento el que se podrían haber hecho con calma reformas de calado que nos hubieran posicionado mucho mejor en la economía global. Pero ello no se hizo. Queda muchísimo trabajo que hacer, pues tenemos que mejorar en todos los aspectos. 

En este sentido, algo se ha hecho al calor de la crisis para mejorar el mercado laboral (el peor de nuestros factores en el ranking, ocupando el puesto 115 de 139), aunque se acaba de aprobar una reforma insuficiente; y muy poco se ha avanzado últimamente en los otros pilares esenciales para mejorar nuestra competitividad.

Para profundizar y ver el informe:

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