El despotismo de los mediocres (Por Aurora G. Pérez)

Fuente fotografía: El País

“Debe ser muy grande el placer que proporciona el gobernar, puesto que son tantos los que aspiran a hacerlo.” (Voltaire)

Tenemos cierta facilidad para desviar nuestra atención de los asuntos que realmente son importantes; los que agobian a millones de ciudadanos; sí, digo millones, puesto que me refiero a los parados. Desempleados, que en un porcentaje excesivamente alto no cobran ningún tipo de prestación económica para sufragar, al menos, sus necesidades más básicas. Muchos por ser parados de larga duración, personas que han superado la barrera de los 55 años, excesivamente mayores para disponer de alguna oportunidad en el mercado laboral, muy jóvenes para poder acceder a la prestación por jubilación, y para los que nuestro “Estado Social Democrático y de Derecho”, solamente les ofrece la posibilidad de acceder a un subsidio económico con cargo a su jubilación futura. Solución inviable, si tenemos en cuenta la esperanza de vida y que la mayoría de ellos, han sido trabajadores por cuenta ajena con ingresos limitados, sin capacidad de ahorro suficiente para prevenir una situación semejante.

A ellos, se les ha unido miles de trabajadores autónomos: figura potenciada por todos los gobiernos: mediocres unos y otros, para quienes era más fácil fomentar la figura del “emprendedor”, ciudadano que arriesga todo lo que tiene en auto-emplearse, al objeto de poder procurarse el trabajo que las empresas no le proporcionaban, en busca de un salario digno que le permita cubrir sus necesidades y para el que el Estado, no ha establecido ningún tipo de prestación ante la falta de servicios que prestar, porque no olvidemos que la finalidad de todos los gobiernos en fomentar esta figura, no es otra que bajar las cifras del paro y al mismo tiempo lograr aumentar las cotizaciones y cobro de impuestos.

Para estos gobernantes iluminados, es mucho más cómodo, fomentar el autoempleo, en vez de trabajar firme en la configuración de un modelo productivo idóneo para el desarrollo de nuestro país. Han demostrado no sólo ser incapaces de crear, sino de adaptar el modelo productivo a los cambios sociales, invirtiendo en I+D+i de forma seria, al objeto de proporcionar a los ciudadanos mejores expectativas no ya para el presente (ahora pasado), sino para el futuro a corto, medio y largo plazo. Era más fácil apostar por el ladrillo claro, de esta forma, un gran número de avariciosos con cargos públicos, empresarios inmobiliarios, entidades financieras, intermediarios y negociadores múltiples, se beneficiaban y enriquecían a costa del bolsillo del ciudadano; unos directamente a través del erario público, y otros indirectamente, repercutiendo al ciudadano las “suculentas” comisiones en los precios de las viviendas. Se entiende perfectamente que muchos políticos y otros que pretenden serlo, vendan su alma al diablo por conseguir un puesto en el Olimpo de los dioses.

Pero volvamos a nuestra crítica.

Sí, realmente ha sido un modelo productivo que no requería grandes esfuerzos por parte de los “elegidos para gobernar”, como así lo han demostrado. Era mucho más fácil fomentar ese modelo productivo en vez de cambiarlo con la predicción y proyección que a un buen gobernante, como gestor y administrador del bien público, le es exigible. Pero es fácil engañarnos con cantos de sirena, entretenernos con asuntos que no están en la agenda ciudadana y que los políticos se afanan por introducirlos en la agenda política, al objeto de suscitar la polémica social y desviar la atención ciudadana de los temas importantes. Temas polémicos como el aborto, educación para la ciudadanía, etc., son introducidos por el iluminado de ZP y sus discípulos, suscitando no sólo la polémica, sino también la confrontación, ya que con ellos logran que la oposición entre en el juego que ellos tan hábilmente han planificado. Como buenos estrategas dirigen con la habilidad suficiente para poner en evidencia y ganarle la partida al PP, cosa nada difícil, y sin que los ciudadanos seamos conscientes de que en este tablero de juego, siempre somos los perdedores. Lejos de tomar las riendas y dirigir nuestra propia partida, dejamos hacer y encima apoyamos a unos u otros, ayudándoles a continuar con el infame juego político que están llevando a cabo.

Debemos despertar de una vez, y poner freno a tanta mediocridad en política. Tenemos que exigir gran formación académica, capacidad demostrada y algo de sentido común, a todos los que quieran dedicarse a la administración de lo público, no olvidéis que es lo nuestro. Si a los directores de las grandes empresas se les exige ¿porqué a los políticos no?. Es imprescindible que comencemos a exigir de forma unánime que se realicen los cambios legislativos necesarios para limitar la permanencia de los cargos políticos en el sector público. Establecer un sistema de incompatibilidades riguroso y tasado, de tal forma que nadie pueda cobrar al mismo tiempo el sueldo por el cargo público y salario procedente del sector privado, ya sea por el ejercicio profesional o por participar en conferencias, seminarios, jornadas o cualquier otro evento que pueda proporcionarle ingresos, mientras esté desempeñando ese cargo público, por supuesto, siempre que éste sea en exclusiva. Tampoco es de recibo, que algunos cargos políticos, deban acumular cuantías tan elevadas que conviertan su ejercicio en la mejor expectativa a la que una persona pueda aspirar, porque con ello, lo único que se ha logrado, es que no tengan interés alguno por dejar la política; para qué arriesgarse en dejar el cargo, si con ello tiene un nivel económico y social difícil de alcanzar fuera de este ámbito; como ejemplo: José Bono, quien supera el cobro de 15.000,00 € mensuales.

Pero el tema da para mucho más. Según publica El País de hoy, parece ser que los dictámenes secretos elaborados en el Congreso, arrojan datos como que hay 250 diputados pluriempleados, de los 350 que conforman el hemiciclo. De ellos, 214 perciben salarios del sector privado, 16 dicen desarrollar actividad privadas no remuneradas, y únicamente 84 dicen no realizar ninguna otra actividad. ¡¡Increíble!!, ahora entiendo las imágenes y fotos del hemiciclo prácticamente vacío; si se dedican a otras actividades lucrativas, difícilmente les queda tiempo para realizar la función encomendada, y a la que ellos se han prestado de forma voluntaria, con claro incumplimiento de las obligaciones que le son exigibles por su aceptación.

Pero para mí lo más relevante, no es solo la certeza de lo que ocurre, sino el ocultismo y opacidad en la aprobación de dicho informe, a puerta cerrada, para evitar que no trascienda ningún dato a los ciudadanos; soberanos en la elección de nuestros representantes más interesados. Gran parte de ellos, ocupan puestos directivos en sus partidos, patronatos de fundaciones o cargos en ayuntamientos; todos, reciben remuneración por semejantes cargos, y cuyo coste, sufragamos todos los ciudadanos, doblemente, en el caso de los afiliados a un partido político.

Es vergonzoso que esto esté ocurriendo y que continuemos impasible ante ello. Considero perverso que todavía se atrevan a hablar de congelación de salario a los diputados y cargos públicos y estos tengan la desfachatez, de realizar declaraciones como la que hizo un político esta semana pasada. Perpleja me quedé cuando le oí decir en Onda Cero que un diputado no podía vivir solamente con lo que recibe como diputado, ¡¡manda huevos!!!. ¿Cómo se atreven a realizar semejante comentario?, ¿Cómo es posible, que otros que antes han vivido de la política, y ahora se dedique a disfrutar de los frutos que el ejercicio del cargo público le proporcionado, digan, que tenemos que pagar mejor a nuestros políticos para garantizarnos que realizan bien el trabajo encomendado?, ¿Cómo no se les cae la cara de vergüenza?. Desde mi punto de vista tiene fácil explicación: para una inmensa mayoría de pseudos-políticos es muy fácil y rentable dedicarse al ejercicio de la política. Hemos diseñado un sistema, en el que ningún político responde por sus acciones en el ámbito de lo público, es más, aún siendo delictiva su acción, esta queda impune aunque la misma trascienda a la opinión pública, quienes lejos de exigir el cumplimiento de la legalidad y transparencia, quedamos impasibles ante semejantes hechos, limitándonos a realizar una crítica que no va más allá del ámbito de lo privado, y que muy pocas veces lo llevamos al público, movilizándonos en la defensa de nuestros intereses, y enfrentándonos a esta “raza de déspotas” en la que se ha convertido gran parte de la clase política española, y de la que no se libra ningún ámbito: nacional, autonómico y local.

Falta de valores, formación, capacidad y dotes directivas, son características que se repiten una y otra vez en nuestras figuras políticas. Estoy totalmente de acuerdo, con la opinión de nuestra ilustre y admirada académica Carmen Iglesias, quien en un extraordinario artículo publicado en la sección de Tribuna del periódico El Mundo, el pasado 13 de marzo, afirmaba que nuestros políticos tienen la creencia de que los ciudadanos somos simplemente súbditos con la finalidad de pagar impuestos y obedecer, haciendo suyas las instrucciones que Jonathan Swift recomendaba en sus “Instrucciones a los sirvientes” (pequeña joya, cuya lectura os recomiendo) “Cuando hayas cometido una falta, muéstrate siempre insolente y descarado, y compórtate como si fueras la persona agraviada; eso minará de inmediato la moral de tu amo o señora”.

Aurora García Pérez

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