La educación universitaria: el nuevo mercado (Aurora Ferrer)

"Uno de los principales objetivos de la educación debe ser ampliar las ventanas por las cuales vemos al mundo."

Arnold H. Glasow

Aceptaron Bolonia y se quedaron tan anchos. Entre una maraña de leyes educativas que acaparan ya de por sí nuestro país, la que pensábamos que no se tocaría y estaría protegida, nos ha sorprendido con un cambio que para nada se traduce en positivo. No son muchos los que han cogido el Plan Bolonia entre sus manos y se han parado a leerlo. Les invito a hacerlo, eso sí, con una caja de Trankimazin en la mesilla.

El Plan Bolonia se ha vendido únicamente como un proceso “destinado a orientar y unificar los estudios universitarios europeos”, pero como siempre, naveguemos un poco más en la ley y vayamos más allá. Aspectos realmente inquietantes se descubren cuando uno tiene “el plan” en la mano. El primero, el deseo de estrellárselo en la cabeza a los “iluminados” que lo han aceptado, pero eso ya no es posible, así que vayamos con los siguientes aspectos.

¿Quiénes fueron los “iluminados”?

Un día de 1999 unos señores Ministros de Educación Europeos, decidieron sentarse con sus botellitas de agua y sus carpetas con papeles en blanco, para firmar La Declaración de Bolonia, declaración donde se basan los fundamentos del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) (finalización prevista: 2010). Desde ese año, las universidades europeas están haciendo un esfuerzo sobrehumano por aunar sus programas educativos. En aquel momento no se sabía muy bien que era lo que se estaba firmando, pero ahora, ya no podemos echarnos atrás. Como digo, las intenciones de su nacimiento no fueron malas, algunos países –entre los que no está España a nuestra desgracia- decidieron aceptar una parte de dicho plan (Grecia por ejemplo). Nosotros nos hemos mojado en todos y pronto veremos sus consecuencias.

¿Qué es tan malo del Plan Bolonia?

Ya no somos diplomados/licenciados, somos mercancía: No es una exageración. Así están las cosas. El Plan Bolonia reduce el tiempo de las carreras. Se harán más cortas y más específicas de acuerdo a las peticiones por parte de los empresarios, quienes perfilarán cuál debe de ser nuestra manera de aprendizaje. Las empresas no quieren que los jóvenes se tiren cinco años en la universidad más máster y seminarios, no, ellos quieren una mano de obra altamente cualificada y que sea rentable con la mayor rapidez posible. ¿Es qué no lo saben ustedes?: Como decía Fernando Savater en uno de los artículos de los que hablaba de Bolonia: “quien paga manda”. Y nada más lejos de la realidad, ya no se será un óptico – optometrista, se será un Ciba-Vision o un Alcón-Cusí. Tampoco serán informáticos, serán licenciados en Microsoft. Interesante futuro, yo de mayor quiero ser “Polanco” ¿Qué tengo que hacer?

Con estas hazañas educativas, se le da el privilegio a las empresas y a sus mandatarios a estimular nuevas titulaciones con tropezones de salsa boloñesa. Titulaciones sin sentido que como bien decía Fernando Savater en su artículo “Estudiantes en vela”: “(…) recuerdan a veces a los maliciosos el muestrario de habilidades que debía adquirir una señorita a finales del siglo XIX: corte y confección, historia de Filipinas, preparar paella, etiqueta para disponer a los invitados en la mesa (…)”. Yo no podía haberlo dicho mejor. La educación al servicio de los empresarios ¿me formarán también en cómo llevarle el café al jefe? Perdonen pero esta ira es equivalente a que nos arrebaten las humanidades, las escondan en un cajón como han hecho y nos dejen a merced de los mandatarios que son quienes tienen las pelas. Gracias por vender nuestros cerebros a tan bajo precio. Gracias por quitarnos el derecho a estudiar de una forma completa e íntegra para nuestra formación. Gracias por ablandar el sistema de lucha de los jóvenes: la universidad, que se ha convertido en el gran centro comercial cultural. Una decisión muy acertada, sí señor, mirando por el futuro.

La especialización, entre carbonara y boloñesa… ¿qué tal simplemente tomate?: La especialización es lo más importante en un chef ¿verdad? pues paradójicamente ocurre lo mismo en Bolonia. Exceptuando carreras complejas como puede ser Medicina y alguna otra más, el resto serán de tres añitos. ¿Quieres especializarte? Pues paga. Los máster de especialización oscilarán entre los 2000 y 6000 €. No tenían bastante con comprar nuestros cerebros que además, nos sacan la pasta ¿alguien se ha parado a pensar que ocurrirá con los que quieren estudiar si sigue esta crisis y sus padres no pueden hacer frente a los gastos de educación? y aunque hayamos salido del estancamiento económico… ¿no les parece increíble que un estudiante tenga que pagar a la empresa privada donde quiere trabajar? (véase el gran máster de El País de 18.000 €). Los que no tengan pasta… lo siento: tendréis que vivir siendo unos “ignorantes”.

Vale… ¿qué no tienes pasta? yo te la presto: Sí, he dicho prestar ¿no pensaríais que la educación iba a ser gratuita verdad? El que algo quiere, ya lo sabéis, algo le cuesta. En este caso, se da la bienvenida a las “becas-préstamo” (sí, algo parecido a lo que ocurre en EEUU…). Los estudiantes que soliciten estas becas, recibirán el dinero, el cual deberán devolver cuando consigan un sueldo medio. Eso sí, si en 15 años no han conseguido un sueldo medio, quedarán exentos de pagarlo ¿No os da la risa? Se acabó eso de que el estado te de dinero por ser un estudiante brillante o miembro de una familia numerosa. Ahora quien estudia, paga.

Por un lado, los jóvenes que quieren ir a la universidad desciende, pero las titulaciones tontas y sin sentido crece a velocidad de vértigo. No hablemos de aquellas personas que trabajen y quieran ejercer su derecho a estudiar. El nuevo Plan Bolonia no deja horas al día para que trabajes mientras estudias con el nuevo sistema de créditos, con lo que la gran mayoría deberá pedir esas becas-préstamo y endeudarse hasta que el pobre consiga el salario medio. Día en que no te dará el subidón de alegría de ¡por fin lo he logrado! sino el día en que recordarás que debes una pasta de tu formación. Lo siento, el coche, el viaje a Europa y las ganas de casarte con tu novia deberán esperar unos años más.

Al menos desde mi punto de vista, y de la gran mayoría por lo que sé, no estoy dispuesta a que se privatice y se mercantilice la educación. La Universidad no es un centro de Formación Profesional, si hubiésemos querido esa vía ya sabíamos que teníamos la opción de tenerla. Tampoco a fomentar un sistema de competición absurdo entre los alumnos como se está demostrando en las universidades en las que ya tiene vigor. Supuestamente, en la Universidad se nos enseña a realizar el trabajo en equipo, con Bolonia: tonto el último. No olvidemos que la Universidad es el mayor foro de debate de una sociedad, donde nacen movimientos y donde se prepara a los alumnos para tener una visión crítica y acertada de la sociedad, una visión que transmita conocimientos y donde se les invita a participar en tareas de investigación importantes para la sociedad. Según se plantean las cosas todo eso se perderá en el camino. El proceso de convergencia en nuestro país ha estado lleno de despropósitos, como siempre tendente a las estúpidas burocracias. Si un plan de educación funciona ¿Por qué cambiarlo? ¿No podíamos simplemente –como se dio la opción- acogernos a que las titulaciones fueran comunes para toda Europa?

Sigamos economizando… : “Aquellas carreras que pocas personas cursan, en vez de tener una facultad en cada provincia, se reunificaran todas en una única facultad por comunidad autonómica.” (Fuente)

Desde aquí no solo pido que se nos informe claramente y se deje de confundirnos mediante peticiones de tranquilidad por parte de los rectores que todos sabemos son falacias, pido que la sociedad en sí se levante ante esta situación, aunque no lo crean la universidad y la formación de universitarios es materia común de todos los ciudadanos.

¡Cuidado!: estamos a punto de caer en el elitismo de la estupidez.

¡movamos el culo!

Aurora Ferrer.

Movimiento No a Bolonia

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