sábado, 15 de octubre de 2011

Liberación de empleos en la CAM





ÁNGEL SORIA.- Las relaciones laborales entre empleados y empleadores han sido, desde antiguo, motivo de desencuentro en el mundo laboral. No me refiero a los acuerdos económicos tan solo, sino a las condiciones en que los trabajadores han de realizar su trabajo. La prevención de riesgos laborales, la duración de la jornada, los períodos de descanso, etc. Ya en la antiguedad se producían fricciones. Véase el cabrero monumental que Judá Ben-Hur mostró a Messala tras la finalización de su contrato laboral en la galera Quinto Arrio Queen. Que si el agua de los remeros no estaba fría, que si el encargado de espantar las moscas no era muy diestro con el látigo, etc. Messala no entendía que los convenios están regulados por el Senado de Roma y que si Ben-Hur acudía a Ugeterum no era por un motivo personal, sino que era el representante de los remeros. Messala se lo tomó a mal y mandó prender a la madre y a la hermana de Judá. Lo demás ya lo conocen ustedes. Ben-Hur acudió a entrevistase con Messala y le echó en cara esta forma de actuar. Con las veces que mi madre te preparó el garum después de volver de copas por el Circo Máximo, que con las veces que hemos jugado en los columpiums... ¿y Messala qué?. Pues Messala le acusó de ingrato. Tendrías un agua tibia; sí. El látigo os golpearía alguna que otra vez sin querer; pero ¡y el mundo que has visto! ¿eso no vale?. ¿Así me pagas los cruceros que has realizado?. Luego le explicaría que, veinte centurias después, los pobladores de la Iberia vivirían del turismo y que, si continuaba con esa actitud no pasaría, en la vida, de ser un chofer de cuadriga.

Esta premonición de Messala está a punto de cumplirse en la capital de la Iberia. No ya en lo relativo al turismo, sino en el comerio. Y es que la Cónsul madrileña, doña Esperanza Aguirre ha pergeñado una idea para relanzar el comercio en Madrid. Barra libre de apertura para una parte del comercio. Concretamente para las tiendas y negocios pequeños. Este relanzamiento en el comercio ya lo llevó a cabo su compañero Nacho Uriarte con el bebercio y así le fue. Pensarán ustedes que una presidenta autonómica tan liberal y tan preparada, capaz de auspiciar un bachillerato de excelencia, crearía puestos de trabajo tipo I+d+i... pues no. La idea es colocar a la juventud más preparada y más capacitada intelectualmente de la historia de España como dependientes en el gran bazar chino en que se va a convertir el comercio madrileño.

A partir de la entrada en vigor de esta liberalización los contratos laborales sufrirán cambios significativos. Los horarios y otras condiciones laborales cambiarán con la liberalización. Sí, dirán ustedes como ya hacen algunos liberales, que se crearán puestos de trabajo y los jóvenes tendrán un salario, pero ¿qué condiciones serán esas y qué salario lo acompañarán?. Pongamos el ejemplo de un negocio familiar o de un empresario autónomo: una zapatería. ¿De verdad creen ustedes que la zapatería "La horma", caso de que existiera o existiese, abrirá por las noches en Moratalaz para que los turistas compren zapatos?. Desde luego que no. La zapatería "La horma" estará abierta de 8 de la mañana a 10 de la noche y los turnos de los empleados se alargarán convenientemente dificultando, aún más si cabe, la conciliación de la vida laboral y familiar. Más descanso a la hora de comer y más prolongación a la hora de salir. Eso es lo que les espera. Pero turistas, lo que se dice guiris en la tienda comprando alpargatas y zuecos, ni uno.

Claro es que, a lo mejor, nuestra presidenta ha fijado sus ojos en los comercios chinos que proliferan en la capital del reino. No hay que desdeñar que haya sido así pues en los alrededores de su residencia han florecido como amapolas en primavera. Panaderías, tiendas de chuches, locales que, como el Corte Inglés, vende de todo en tan solo cuatro metros cuadrados. Dependientes que no se sabe si son los propios dueños u otros ciudadanos chinos hacinados entre las mercaderías. Niños menores correteando por la tienda, sin ningún tipo de escolarización, bebés somnolientos tomando el biberón mientras te venden la barra de pan... Empleos de calidad. 


El ejemplo más claro de que esta liberalización no va a traer más que una ruina en las condiciones laborales de los empleados la tenemos en las grandes superficies. Cualquiera que conozca a un trabajador de estos centros puede comprobar cómo los domingos y festivos en que el centro abre se cubren con dobles turnos que, eso sí, están fenomenalmente pagados como horas extraordinarias o trabajos extra; detrayendo del propio trabajador y de sus familiares el escaso tiempo libre del que les corresponde. No les quepa la menor duda de que esta liberalización será del agrado del pequeño empresario madrileño. También será del agrado de los múltiples randas que pululan por la ciudad. Ya tuvieron que cerrarse esos centros que abrían las veinticuatro horas del día y que los choros llamaban "el cajero automático", pues tenían todo el día para perpetrar sus atracos.

Ahora bien, que si lo que pretende doña Esperanza, con esto tan bonito de la globalización, es que todos los madrileños nos convirtamos en dependientes de bazares chinos (de hecho ya existe en Madrid un pueblo llamado Ching-Chón) lo menos que podría hacer es que la CAM subvenciones la operación de estética para rasgarnos los ojos. Yo, por si acaso, prefiero como decía Messala, estar empleado en el Polígono Cobo-Calleja de Fuenlabrada. Así, como Juda Ben-Hur, al menos viajo y veo mundo.

2 Lengüetazos:

Alegría dijo...

Pues esta vez, y espero que no sirva de precedente, no estoy completamente de acuerdo con don Angel.
A mí la liberización de las horas permitidas para abrir los comercios me parece bien. Entiendo que el que unos comercios decidan estar abiertos doce horas no obliga a todos a hacerlo, por lo tanto la zapatería La Horma, si sus dueños deciden que como por la noche en Moratalaz no hay guiris, es arar en el mar tener su establecimiento abierto, cerrarán a las 20 horas y todos tan contentos; pero sin embargo, a Alvaro, que tiene un horario de comercio en su trabajo y que si no se compra unos zapatos nuevos para la boda de su hermana le puede caer una filípica, le va a venir de perlas encontrar alguna zapatería (que no sea de chinos) abierta cuando él ha cerrado la persiana de la librería donde trabaja. Si nos ponemos en el plan de analizar con lupa el asunto, yo pregunto ¿y entonces qué pasa con los restaurantes?, ¿no abren los domingos y fiestas de guardar para que nosotros disfrutemos?, ¿tan mal lo pasan sus empleados?....en fín, que a mí me parece estupendo que se les de opción a los comercios de abrir mas horas.

Ángel Soria Rodríguez dijo...

Pues no sabes cuanta Alegría me da esta disensión.