miércoles, 1 de septiembre de 2010

DEPORTE PARA TODOS... O CASI...

POR ÁNGEL SORIA




Según informa la Agencia EFE, la Guardia Civil ha encontrado en la localidad de El Ronquillo (Sevilla) a dos jubilatas holandeses que estaban de bureo, haciendo el Camino de Santiago. Me ha llamado la atención algunas circunstancias de este suceso y, especialmente, algunas lagunas ya que la Agencia no desarrolla suficientemente la noticia. Veamos: a) ¿Qué hacían dos holandeses en Sevilla haciendo el Camino de Santiago, cuando parece que lo más lógico sea tomar el camino francés desde Saint Jean Pied de Port hasta Navarra y, luego por Castilla, llegar hasta Santiago?. b) ¿conocían los holandeses el idioma o, por contra, venían de guiris y no fueron capaces de interpretar la ruta? c) ¿Por qué les encontró el SEPRONA?. d) ¿Eran peligrosos para la Naturaleza? e) ¿Tenían algún rasgo físico que les confundiera con algún bicho montaraz? y f) Si el lugar donde les encontraron era monte bajo y tenía cobertura para el teléfono móvil no parece que fuera la selva amazónica.
No crean ustedes que algunos de estos asuntos son baladís. Ocurre mucho en San Fermín, en Pamplona. Los extranjeros que no dominan el idioma suelen ser cogidos de forma espectacular y grave sin que se den cuenta de por donde les viene el peligro. No es lo mismo citar al toro diciendo aquello de ¡Eje! Bisho, que decir ¡Hey, fighting bull!, coming up to me. Claro, el toro oye esto y va a por el guiri de cabeza y con una mala leche de no te menees.
Pues bien, en el Camino de Santiago ocurre lo mismo. Se hizo una prueba a lo largo de un mes traduciendo al idioma inglés el recorrido, pero no dio resultado. A lo largo de ese mes tuvieron que salir desde Puente la Reina varias veces a traer a los extranjeros que se extraviaban. El alguacil del pueblo pintó a mano un cartel y, como no sabía inglés, lo hizo siguiendo las indicaciones telefónicas del hijo del boticario. Le dijo: pon “To Santiago” y el lo pintó de oído y puso “Tú, Santiago”. Claro, los extranjeros que no se llamaban Santiago creían que el cartel no iba con ellos, y tomaban otra dirección con lo que debían de salir a buscarles día sí y día también.
Y es que desde que se ha puesto de moda el senderismo dos son las circunstancias que destacan sobre las demás: el Coronel Tapioca se está forrando con esos uniformes de guías negros del Serengueti y el Camino de Santiago presenta más atascos que la M-30 un jueves de puente.
En algún otro artículo nos referiremos, como se merece, a la moda Hatari, versión domingo por la mañana en el Jarama, con su pañuelo de cuatro nudos, la bota de litro y medio de tinto, la gaseosa cogida a una cuerda y puesta a refrescar en un regato y el salacot del Coronel Tapioca a juego con un pantalón pirata de camuflaje. Se completa el modelo con elegante camiseta interior de tiras Ocean, en azul claro calada, y chanclas hawaianas con calcetín ejecutivo a media tibia. En bandolera bolsita-mariconera con el Marlboro, el chisquero, el móvil y el cortauñas. Esto entre los imitadores de Steward Granger en Las minas del Rey Salomón. Las dobles de Deborah Kerr les contemplan, arrobadas y con la cara color carne picada, sobre una manta; el Seat Málaga a la derecha y el lechón dando coces a una lata. Prometido; seguiremos informando.
Yo he conocido deportistas que han tenido que sufrir lo suyo por practicar un estilo o disciplina que no iba con ellos. Se conoce que tomaron la afición de oído, como el alguacil de Puente la Reina y, claro, se equivocaron. Un amigo mío, Eduardo, quiso practicar triatlon, y esto no es coña, porque ni sabía nadar, ni mucho menos, montar en bici. Cuando casi lo consigue cambió de especialidad y se dedicó a esas carreras de perros esquimales y, ¡claro! tuvo que comprarse cuatro perros para el trineo. Añado, para más información, que este amigo nunca había tenido perro con lo que estuvo más de dos años estudiando sueco para decirle ¡arre! Y ¡so! en su lengua, como si fuera un catedrático en Cataluña. Fue un desastre porque los perros no conocían el sueco, sino el finés.
Para andar, para correr, para montar en bici, para hacer cualquier tipo de esfuerzo se necesitan dos cosas: saber qué se quiere hacer en la vida y estar seguro de no ser un capricho fugaz. Imaginad si al mayor de los Gasol le da por practicar el hockey sobre patines. ¡Menuda chepa gastaría ahora!. Por contra imaginad el futuro de un hombre del tamaño de Shin Chan intentando fichar por los Angeles Lakers para hacer un ali-hop junto a Kobe Bryan.
Dejemos el deporte para aquellos que estén en condiciones de practicarlo. Mi mujer siempre me lo dice: No hay que hacer deporte para estar bien; hay que estar bien para hacer deporte. Dejemos también el senderismo para los exploradores y sus caballerías. ¿Alguno de ustedes se ha fijado en el dibujo de la ruta de El Cid?. O don Rodrigo llevaba una moña como un piano, o Babieca le pegó un paseo por todas las cuadras donde había jacas en sazón.
Suerte a todos y ¡ánimo!, que guardias hay un par para cada turista perdido y riberas donde comer los filetes empanados van quedando algunas que no estén contaminadas. Mientras, ustedes perdonen que no me levante, como diría Gruucho.

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