sábado, 28 de agosto de 2010

¡QUÉ VEINTE AÑOS NO ES NADA!

POR ÁNGEL SORIA




Me entero por la prensa del menudillo y la demanda que se han casado recientemente don Julio Iglesias de la Cueva, también llamado Julio Iglesias senior, o Julito, de profesión baladista en los Estados Unidos de Norteamérica, con la agraciada señorita holandesa doña Miranda Johanna Rijnsburger, que pese a lo que pudiera parecer, por su apellido, no es la heredera de un local de hamburguesas sino modelo (no se cita en qué arte). Quienes hemos dedicado nuestra juventud y talento a la confección de esquelas, crónicas de boda y demás actos sociales lo tenemos ahora harto difícil, pues cambian los hábitos y con ello la forma de celebración y su posterior relato. Ya no se celebran bodas multitudinarias como la de Lolita Flores (¡Si me queréis, irse!, gritaba su madre desde el altar, mientras la novia permanecía a resguardo en un confesonario). Ya no se emplean calesas rocieras como en la boda de Paquirri y la Pantoja. ¡Qué foto aquella en la que la calesa, rodeada por el público, parecía una isla caribeña entre un mar de gentes!. Ya no se celebran las bodas en las góticas catedrales, como las de las infantas Elena y Cristina, ni se celebran en las nuevas catedrales de suscripción popular y Popular como la de los príncipes de Asturias. Como dirían don Dimas y don Matías, bodas... ¡las de antes!.

 
Los españoles somos muy de bodorrio y en esto, como en la edad de jubilación, el gobierno nos quiere dar bacalao por merluza. Por que es del gobierno y no de otros de quien parte la culpa de esta boda de tapadillo. Bodas como la de Julio deberían ser declaradas de interés general, y no el Barcelona contra el Real Madrid, o viceversa. Antes, las bodas se celebraban con televisión y en prime time. No importaba el color; solo la ceremonia. Aquella boda en blanco y negro entre Balduino de Bélgica y Fabiola. Si, hombre, aquella hermana seria que le salió a don Jaime de Mora y Aragón ¿la recuerdan?. La boda de Lady Di con el inglés de las orejas, la de nuestros príncipes, las de las infantas, la de Iker Casillas y Sara Carbonero. Bueno esta aún no se ha celebrado pero seguro que será de relumbrón y es posible que la oficie Del Bosque con Jorge Javier Vázquez de padrino y Esperanza Aguirre, que llevará la camiseta de España sobre el traje, de madrina.

Bodas de una vez, televisadas, a plena luz de día, con sus tres amonestaciones y su cursillo prematrimonial. Bodas dirigidas por Pilar Miró por petición expresa de la Casa Real. Bodas con sol; bodas de agua... pero bodas y como Dios manda. No como esta de Julio y Miranda con un menú de gazpacho, ensalada, paella y fruta, como si fuera el menú de seis euros en Casa Paco. ¡Ay, Julio! ¡Que mala vida nos das a tus fans!.
 
El padre de Chábeli, Enrique y Julio José -éste último homónimo de su padre pero en junior-, ha decidido casarse de tapadillo y con la única presencia de sus cinco hijos posteriores, apadrinados por los guardeses de la finca en la que viven. ¡Pero qué boda es esta!, Julito. Hubiera clamado su padre, el popular Papuchi. La boda la han oficiado tres sacerdotes, según cuenta el comunicado oficial, que es la forma en que ahora se anuncian las bodas. Me imagino que dos de los sacerdotes estarían sujetando a Julio para que no saliera por piernas; sino de qué van a casarlo.
 
Quienes ya hemos pasado por el difícil trance de la boda propia tenemos, no obstante algunas preguntas para el padre Luis de Lezama, propietario del Grupo Lezama -restaurantes, hoteles y caterings para eventos- como director espiritual de este. Querido don Luis y hermano en Cristo ¿ya pueden hacerse bodas sin el preceptivo curso matrimonial? ¿está exento Julito por repetidor? ¿lo está la bodicantana pese a acudir al evento como soltera? ¿Ha influido para no tener que examinarse el hecho de llevar veinte años conviviendo y tener cinco hijos en común?. ¿Es esto posible en la Iglesia post Wojtila?. Porque de ser así, ¡coño, don Luis!, haberlo avisado antes y nos habíamos puesto manos a la obra para ahorrarnos el examen.
 
Ahora solo nos queda esperar a las crónicas de ¡Hola! para conocer de primera mano un par de asuntos que me tienen en vilo: ¿habrá estado nerviosa la novia en la noche de boda? ¿Habrá cumplido Julito como ella esperaba? ¿Van a realizar viaje de novios? ¿Han puesto lista de post-boda en El Corte Inglés? ¿Existe un regalo apropiado para este tipo de bodas-no bodas? Preguntas que nos hacemos todos y que Julio no debería hurtar su respuesta. Ya seguimos su boda en Illescas cuando se caso con la mujer del marqués de Cubas y con la mujer de don Miguel Boyer, que resultan ser la misma mujer, o sea tres en una, como el aflojatodo (es metáfora) y aunque solo sea por ello debería reconocérsenos un derecho que, de seguir en vigor el Fuero de los Españoles, tendríamos más que seguro a conocer todos los detalles del enlace.
 
No; Julio. Tu boda tras veinticinco años y reiterar con Miranda aquello de “lo mejor de tu vida me lo he llevado yo” es un acto de patriotismo; es volver a cavar una pica en Flandes -o en Holanda, que queda cerca-. Tu boda pertenece a todos los españoles como la Copa de Campeones del Mundo de Fútbol o la medalla de oro de Paquito Fernández Ochoa. Tu boda es parte de todos nosotros como lo son las Bodas de Sangre, de Federico, las bodas de Camacho quijotescas, la boda de Luis Alonso y como lo será la boda de El Dioni, cuando se celebre. El padre Lezama debería haberte aleccionado sobre ello y debería haber permitido televisar el acto para solaz de todos los cotillos y cotillas que, como yo, creían haber visto todo tipo de bodas. Por cierto, padre, caso de haberse celebrado el ágape de esta boda en uno de sus elegantes hoteles o restaurantes ¿se consideraría prevaricación apostólica? ¿Una boda tras veinte años de convivencia y cinco hijos en común, ¿se considera boda con carácter retroactivo? ¿desgrava en Hacienda el escaso menú de celebración?.

 
Enhorabuena, Julio y Miranda. Enhorabuena a los cinco hijos que algo habrán tenido que ver en la boda. Enhorabuena a los tres hijos ausentes y enhorabuena al padre Lezama que ha conseguido un hito cuasi imposible: casar a Julio. Como dice el tango ¡que veinte años no es nada!

CODA: Las bodas, así como otros actos o celebraciones -aunque sean periódicos- se ha convertido en un evento. Convendría, antes de utilizar esta denominación, recordar que según el RAE, evento es eventualidad o hecho imprevisto. Las bodas no se improvisan, y menos las que se tarda veinte años en preparar ¡Hey!.

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