El verano es la estación propicia y propiciatoria para las noticias refrescantes y de mucha risa. Año tras año vemos cómo la prensa y la televisión nos cuela informaciones sobre los años que hace que murió Marilyn Monroe o nos da noticias de la aparición, en algún lugar remoto, del fantasma de Elvis. Si el calor aprieta, incluso tendremos noticias de la aparición de un OVNI en Tomelloso (Ciudad Real) o nos informan de un nota que ha sido capaz de engullir, del tirón, dos mil perritos calientes -por cierto, ¿permanecerán calientes durante toda la prueba?- en algún lugar de Renania.
Como colofón, siempre aparecen noticias que dan mucha risa y que a todos nos alegran la mañana. Este año, cuando más aprieta Lorenzo, la noticia ha sido la de una mujer en Norteamérica -cito para los menos avisados que éste es el país más “libre” del mundo mundial- ha tenido que pagar el doble a una esteticién que le arregló las uñas... “por gorda”. ¡Joder, que cachondeo!. ¡Lo que nos hemos reído!. Esto de los gordos es que es para partirse la caja.
Y es que unas veces es por que ocupan dos asientos en los aeroplanos; otras en que ocupan dos localidades en el cine y en todas ellas porque denuncian que están pagando el pato de una sociedad que ha cambiado los cánones de la belleza y resultan excluidos y señalados por quienes tienen una talla “normal”.
He de declarar que yo estoy gordo. No que soy gordo. Faltaría más. Ahora bien, ¿estoy gordo?. Pues según y con quién me comparen. Igual es que soy bajo; porque si midiera 2,25 estaría en mi peso. Y es que, verán ustedes, gordos los hay de varios tipos. Los hay que dan mucha risa por que están enfermos; los hay que te partes por que son vagos y no hacen ejercicio; los hay que son unos tragaldabas y unos “dejaos”; los hay... de todo tipo; pero todos muy cómicos.
El Salón del Automóvil de Madrid, de hace unos años decía: “Si eres un monovolúmen...” y lo acompañaba de un gordo que daba, también, mucha risa. El libro y su posterior película “Mentiras y gordas” también nos hizo mucho gracia ¡Qué bárbaro!, lo que da de sí el michelín. Si hasta los gabachos han estilizado al rechoncho monigote para “normalizarlo”.
¿Existe una gordofobia? Evidentemente. Los gordos sufren -ya digo que yo no soy gordo, sino que lo estoy- la última discriminación socialmente tolerada. Hasta hace poco los homosexuales eran discriminados pues se pensaba que su tendencia “era elegida” y que no que tenía componentes genéticos. Ahora, desde que se ha descubierto que también puede ser debido a causas genéticas, y no sólo a ese vicio malsano que les corroe, presentan programas de televisión y viven en un barrio para ellos solos, que les ha “puesto” Gallardín junto a la Gran Vía. Pues bien, en algún momento alguien descubrirá que la obesidad tiene causas genéticas y entonces, como el lince ibérico nos sentiremos protegidos por la Administración. En España, según estudios recientes más del 50% de los españoles estamos gordos o tenemos sobrepeso -no conozco dónde se sitúa el límite diferenciador, pero seguro que existe- pues bien, en lugar de “normalizar” esta imagen cuasi mayoritaria del gordo, se nos discrimina y vez obligar a los “tísicos” a que engorden, nos vemos obligados los gordos a rebajar el peso ¡Toma democracia!
Un gimnasio emitió un spot en el que aparecía un extraterrestre y el eslogan: «Cuando vengan, se comerán primero a los gordos». Esto fue en los Estados Unidos, claro, y mi inglés no da para tanto, sino les hubiera escrito un mensaje diciéndoles: se comerán a los gordos... o a tu puta madre.
El Reino Unido, el país más civilizado del orbe; tan civilizado que exportan a sus borrachuzos para que vomiten sus increíbles moñas por las calles de Ibiza, ha decido que una pareja no pueda adoptar un hijo porque él pesaba 150 kilos y, por tanto, podía sufrir una muerte prematura. También se niega a practicar tratamientos de fertilidad a las mujeres obesas hasta que alcancen un peso “normal”.
En España, como somos muy cachondos en lugar de tomárnoslo en serio hacemos risas con los gordos ¿Que hay que cobrarles el doble por viajar en avión?; que adelgacen; ¡por glotones!. Entonces, cuando viaje un minusválido ¿hay que cobrarle por la rampa de acceso?; cuando un ciego intente cruzar el semáforo ¿tendrá que pagar el soniquete que le avisa?; ¿tendrán los celíacos que ser rebozados en gluten, como las croquetas, porque así es como resultan más naturales y ecológicos los alimentos?.
No; yo soy gordo, tan solo lo estoy, pero no supongo un peligro para nadie. Tampoco necesito que nadie me proteja por mi peso aunque, ahora que lo pienso..., podrían poner un carril-gordos, como los de las bicicletas, para no coger atascos los domingos. Lo que yo necesito es que la Administración gaste la pasta que me saca en curar a los enfermos; sean de poliomielitis como de sobrepeso. Eso y que, cuando concurran casos de discriminación por cualquiera de las causas admitidas (entre ellas la obesidad), actúe de forma disciplinada y rotunda, que para eso les pagamos.
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CODA: Dice una nutricionista en Informe Semanal, hablado de la lucha contra la obesidad que si a un niño se le enseña lo que puede hacer con un calabacín será mucho más feliz. Los chistes fáciles los tenemos dentro, por el calor.
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