La Democracia Participativa (Por Aurora Ferrer)

Documental sobre el Presupuesto Participativo (25 mtos.)

“Pasó un ministro del emperador y le dijo a Diógenes:

-¡Ay, Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y a adular más al emperador, no tendrías que comer tantas lentejas.

Diógenes contestó:

-“Si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador”

Fue en la Transición de nuestro país cuando la palabra democracia se puso de moda. Entonces fue un movimiento ejemplar, en el que los ciudadanos se movían por el sentimiento de una empatía común irrefrenable ante el cambio que iba a generarse y que tanto alteraría sus vidas en positivo: el final de la horrible dictadura para por fin, y de una vez por todas, poner a andar un sistema democrático libre y social, dónde el ciudadano fuera el centro de atención con su voz y con su voto. Una democracia, que costó mucho poner a andar y que a pesar de ser relativamente joven, ya ha caído en la mala logia de satanizar las connotaciones de su propio significado y de hacer perde el valor de lo que un día ésta significó para millones de ciudadanos españoles: decisión, elección, libertad de pensamiento y crítica y apoyo social como contribución personal para la construcción de un estado de bienestar digno de todos los españoles.

Pero lo cierto es, y me van a perdonar, que tenemos un estado de bienestar de pacotilla, en el que nuestros políticos, mediocres todos ellos en su labor profesional, se dedican a curtir una telegenia perfecta para así salir del paso y seguir retroalimentándose en cadena de las arcas del Estado, llámese también: nuestros bienes e impuestos. Muy lejos de querer cambiar las cosas -pues que quieran esto y lo hagan activamente son los menos-, los ciudadanos españoles se quejan hasta el hartazgo, pero algunos no son conscientes de que el vidrio del televisor no es transparente, ni el mando a distancia un altavoz para expresar su opinión. Tampoco el sofá es una comuna. Y es que, vergüenza debiera de darnos al ver documentales como el que hoy les traigo, en el que en ciudades como Porto Alegre, que supuestamente está a años luz de nuestro avance social y cosmopolismo, nos da mil vueltas en sacar lo bello, lo positivo y lo real, del verdadero significado de la palabra democracia.

El Presupuesto Participativo es un movimiento dentro de la Democracia Participativa. Expliquemos esto por partes. La Democracia Participativa es una forma de expresión de Democracia, donde el Estado favorece la interrelación de sus habitantes, para que así puedan ejercer una influencia y acción directa sobre las decisiones que atañen a la vida pública. Veamos la definición que hace Gerardo E. Martínez-Solanas sobre la misma:

[…] El proyecto fundamental de la democracia participativa es la creación de un mecanismo de deliberaciones mediante el cual el pueblo, con su propia participación, esté habilitado para manifestarse por igual con puntos de vista tanto mayoritarios como minoritarios ... Sin negar que todo sistema democrático eventualmente ha de descansar en decisiones mayoritarias, los mecanismos o instituciones de participación tienen el propósito de hacer hincapié en el pleno respeto a las minorías, sus opiniones y su amplia manifestación a través de un mecanismo participativo e institucionalizado […].

Vale, cierto es que se parece mucho a la definición que nosotros conocemos sobre democracia, pero en realidad, aunque no queramos darnos cuenta y sin ánimo de ser pesimista, apenas olemos en la superficie. Nosotros ejercemos nuestro derecho a voto, tenemos amplias libertades públicas y vivimos en una sociedad libre en la que existe la libertad de expresión –o eso nos cuentan-, pero dónde también cada vez es más frecuente el personalismo y los intereses ombliguistas ante los comunes. Nos hemos olvidado de esa parte del significado de esta palabra y nos hemos rendido a atusar y manosear la que conocemos hasta su total pérdida de esencia. Así nos lo demuestran los ciudadanos de Porto Alegre (capital del Estado de Río Grande do Sul; 4,5 m. de hab.), los que con su experiencia política nos dan una “guantá” sin manos, demostrándonos que es posible la utopía de que el ciudadano participe activamente en la vida pública y política, dotando a su país o región de una expresión plural y más real de las necesidades ciudadanas, manteniendo intacta la idea unánime de orientar la política diaria hacia el desarrollo de una economía justa y mucho más humanista.

Fue precisamente en Porto Alegre dónde se dio la primera experiencia de Presupuesto Participativo. En el año 1988, el Partido de los Trabajadores se hizo con el poder, cumpliendo posteriormente a su elección y a raja tabla, lo prometido en su programa electoral. Fue el primer Estado en tener una experiencia política a este nivel, experiencia fundada en los principios de la Comuna de París y que no tenía precedentes hasta entonces (excepto la misma Comuna de París que acabó como el rosario de la Aurora).

A finales de la década de los 90, cuando el nuevo partido entró en el poder, Porto Alegre tenía un tercio de la población residente en zonas periféricas a la capital, sin ningún tipo de acceso a servicios de infraestructura básica. El resultado de esta expresión política fue tan sumamente positivo en ésta y otras cuestiones públicas, que con el paso de los años ha sido imitado en muchos sitios del resto de Brasil, configurándose también como paradigma para otros tantos países de Sudamérica. Y es que la evolución ha sido clara: el Presupuesto Participativo ha mejorado notablemente la vida de todos los habitantes que han disfrutado de esta experiencia, es por ello, que hoy se está haciendo imparable su intención de “contagio” en otras muchas regiones y países de todo el mundo.

Si bien es cierto que al principio la participación era escasa, poco a poco, cuando los ciudadanos iban viendo que sus decisiones eran respetadas y acatadas y que estas repercutían en su vida diaria favorablemente, todos empezaron a animarse a la grata experiencia de ser una Comunidad –no de palo- y contribuyendo a aquel movimiento social para favorecer que el crecimiento del nuevo sistema de gobierno fuera imparable. Y así fue: colorín colorado.

Pero… ¿en qué consiste en realidad?

Los ciudadanos que viven la experiencia de la Democracia Participativa, se reúnen habitualmente para decidir y debatir que demandas existen en la región, cuáles deben ser los temas de primera necesidad a resolver en la ciudad, los criterios de asignación para los fondos e impuestos y el programa de inversión de los municipios. En Porto Alegre, por ejemplo, en torno al 25% de la recaudación va destinada al Presupuesto Participativo, siendo el otro 75% restante destinado a cubrir en mayor medida los salarios de los trabajadores y otros gastos administrativos de diferente orden.

Llegados a este punto, os preguntaréis si existe alguna ley que guíe todo este movimiento excepcional. Pues os diré que al respecto tan sólo se encuentra una Ley Orgánica Municipal, en concreto la 116 que dice lo siguiente:

"Queda garantizada la participación de la comunidad, a partir de las regiones del Municipio, en las etapas de elaboración y acompañamiento del plan plurianual, de las directrices presupuestarias y del presupuesto anual"

Y es que, como reconocen los propios dirigentes de la política del Estado de Río Grande do Sul, el resultado de esta expresión política no fue consecuencia de una acción legislativa, sino que fueron los propios ciudadanos quienes la propiciaron y dieron forma, teniendo para ello como únicas herramientas su idealismo, humanismo, vehemencia y compromiso (factor que lleva innato el esfuerzo, el compañerismo y la humildad).

Con este sistema político, además de avanzar a nivel social y formativo de su propia ciudadanía en materias públicas y de derechos civiles, se contribuyó al fin de la práctica de política clientelar que tantos quebraderos de cabeza nos da en nuestro país en la actualidad. Como veréis en el documental, se elige y forma a varios delegados. Cuántas más personas se presentan más delegados “del pueblo” formarán el sistema de decisión del Presupuesto Participativo. Podéis imaginar, que ante el saber sí alguien de tu barrio, comunidad o ciudad asistirá o no, todo el mundo se levanta del sillón dejando a un lado el zapping obsesivo, no vaya a ser que se quede su calle sin asfaltar o el centro médico que la localidad necesita, sin construir.

Regar jardines… o mejor dicho desiertos. Ése es el misterio de la democracia y de la pureza del significado de la citada palabra que con tanto orgullo ondeamos y nos llenamos la boca, y que en realidad, tan poco conocemos. Aunque el sistema político presentado hoy aquí parezca utópico, a la vista está y a los hechos me remito, que no lo es. Y no sólo eso: su experiencia es positiva y satisfactoria para aquellos que están en el derecho a la vez que en la obligación, de contribuir y participar no sólo pagando impuestos, sino siendo el eje de creación, moderación, crítica y control, para la configuración y creación del ansiado estado de bienestar. Y es que, en algún momento tendremos que cambiar de actitud. En algún momento, deberemos ser reaccionarios y revolucionarios… (no de palo o de marketing, sino de verdad) ¿O pensáis vivir eternamente en un llamado estado de bienestar que contiene un bienestar exclusivo para los políticos telegénicos que no son otra cosa que caraduras envueltos en miles de operaciones de marketing? ¿Para eso trabajas? ¿Para pagar inútiles por algo que hasta el pescadero de la esquina haría infinitamente mejor?

La falta de valores de la que estamos siendo protagonistas, la deshumanización irreversible y la tendencia al personalismo, nos hace estar cada día más movidos por la masa que ni dice ni piensa, que inspirados a la sana rebeldía por la empatía con la minoría de personas que gritamos por configurar un Estado, una Nación o un país, dónde un futuro prometedor lleno de garantías estatales y programas políticos reales, nos hagan reconducir la situación hacia lo que debe ofrecer un verdadero estado de bienestar y una verdadera democracia: participación ciudadana. Ingrediente vital para abandonar de una vez por todas y sin miedos, la manipulación y la política clientelar con la que nos nutre diariamente nuestra mediocre clase política dirigente. Sin demagogia barata ni artistas mediáticos telegénicos, pues a día de hoy, como bien demuestra el documental y como he dicho antes, seríamos mejor gobernados por el pescadero o por la camarera que nos sirve el café por la mañana, que por cualquier sujeto político de los que de tan mala calaña en España poseemos. Los segundos, al menos, son más conscientes de los problemas reales de la ciudadanía que aquellos que, con tontas aspiraciones monclovitas irreales, se erigen portavoces desde la habitación de un caro hotel de cinco estrellas en la que viven, volando cual Narciso sobre nuestras cabezas, con los pies lejos del suelo y el bolsillo –y el cerebro- apartado de la vida económica real ciudadana. Bolsillo, que además se encuentra paradójicamente mantenido por estos ciudadanos sobre, con los que con aire de emperador, vuela que te vuela. Es por ello, –presumo- que este factor de superioridad le hace a este patrón de personaje creerse amo y señor del mundo, esperando como un Sauron cualquiera, controlarnos a todos bajo bellas palabras llenas de connotaciones ocultas que van directas a nuestro cerebro para exprimirlo y guiarlo mientras nos consideran, a nosotros, pobres mortales, poco menos que gilipollas.

Y la pregunta es…

¿Sería posible una Democracia Participativa en España? ¿Un presupuesto participativo?

¿Es la utopía de la participación ciudadana activa un sueño posible de realizar?

Deseo disfrutéis y soñéis con la visualización del documental. Parece que sí, que otro mundo es posible.

¿Te atreves a ser un Libertador Ciudadano?

Etiquetas: Aurora Ferrer, CSC, Internacional, Opinión y Análisis, Política, Sociedad, Sociedad Civil Organizada