Horchata en las venas (Por Aurora Ferrer)

"¿A la política se dedican quienes no sirven para otra cosa?"

Antonio Gala

En serio, miraros los unos a los otros ¿No os veis un pelín más blancuzcos, con casi tono amarillento, a pesar del SolManía e inventos varios para parecer un adonis arrollador de las orillas playeras? Mi diagnóstico es rápido y breve: nos han inyectado, a fuerza de desilusión, mamoneo y malas artes políticas, horchata en las venas. Siempre podremos decir a nuestros descendientes -quienes ya heredarán rastrojos de nuestra sociedad- que en realidad no nos quedó más remedio, pues hubo una vez unos malos muy malos que nos hicieron hervir la sangre hasta su natural evaporación, al obligarnos a ver, día tras día, mes tras mes y año tras año, quienes eran nuestros representantes políticos y como hacían su trabajo, es decir, menos representar a la sociedad: cualquier cosa. Representantes que lo único que simbolizarán en nuestros libros de Historia es ombliguismo y mediocridad, eso sí, muy decorativa, mona e incluso graciosa, gracias a la cirugía regeneradora del gran invento del Padre Nuestro Marketing.

El dato más sorprendente de la epidemia de Horchatada Popular de esta semana, nos llega de Italia. País con buena reputación en cuanto al activismo en las urnas de sus ciudadanos, que para reiterar la necedad de la clase política que nos avala en este s. XXI que nos ha tocado vivir, ha demostrado un desaire sin precedentes dando “una guantá sin manos” a sus políticos, castigándoles con un nivel irrisorio de participación en el referéndum para la reforma electoral (23%). Vamos que el quórum necesario ni se olió (50% + 1 voto). Y es que, queridos dirigentes, si nos provocáis dando un montón de nada por respuesta a nuestras peticiones... pues os quedáis como nosotros: en blanco (es decir, horchatados).

Es evidente que Berlusconi, con sus “aventuras idílicas de conquista”... como él las llama, y su incompetencia política demostrada y legitimada por sus últimas pericias para hacer del Gobierno su salita de estar particular, lleno de papel couché y pastillitas azules, no ha ayudado a los italianos a acercarse a las urnas este pasado fin de semana. Esto no hace más que reiterar lo que ocurrió en Europa hace escasas semanas: el ciudadano está horchatado ¿Quién lo deshorchatará?

Y es que, nos habéis dejado sin aliento, sin ganas y sin ningún tipo de ilusión, pues en el fondo, todos avaláis las mismas teorías que conducen al fracaso y que ahora veremos a ver si no nos dejan a todos en la ruina. Todos, en su escalada al poder, se olvidan de cuál era, en sus inicios, su papel y por ende su trabajo legítimo: el que el pueblo le ha legitimado, ni más ni menos. El endiosamiento, la fama y la aclamación popular resulta mucho más interesante ¿no es así? Por eso han pasado de hacer política, a hacer discursos con grandes frases rimbombantes o con los grandes titulares del día, que eviten ver como en realidad el político, mientras se halla en trance soltando frases decorosas ante el público mitinero, por detrás de su espalda y sin que estos pobres desgraciados ilusionados le vean, cruza los dedos.

Mentiras, tiranía, despotismo y mediocridad. Eso es lo que nos ofrece nuestra clase dirigente, eso es lo que nosotros encumbramos al poder, pues nos puede más un movimiento en masa que a un tonto una piruleta. Da igual ya lo que defiendan, nos apuntamos a un bombardeo sin sentimiento crítico, sin sentimiento de en realidad cambiar las cosas. Al fin y al cabo todos son iguales ¿verdad? Para que molestarse en prescindir de la lobotomía que estos mediocres nos ofrecen y ser crítico pensando por nosotros mismos.

Pues no. Prefiero ser una oveja negra criticada sin cesar a la que no le rían las gracias ni la aplaudan con panderetas, un Pepito Grillo en el oído de estos crecidos iluminados, una mosca cojonera que clame porque de una vez por todas, el ciudadano abra los ojos y se enfrente a algo que no puede eludir: la política. Sólo dice “no me gusta la política” aquel que no ve más allá de su día a día personal, aquel que carece de un real sentido de humanidad, aquel que ha sido devorado por su ombligo. La política, por suerte o por desgracia, es lo que nos hace a todos, lo que chupamos día a día aunque no queramos, lo que maneja los hilos de nuestra vida y lo que, queramos o no, le da legitimidad a nuestra existencia.

No es posible que hayamos caído tanto, y tan bajo, tras los históricos y magníficos movimientos intelectuales que nos han acompañado a lo largo de la Historia. Europa demostró hace semanas, a través de la abstención (54%) lo indignada que estaba, pero a pesar de ello no crean que nuestros políticos se lo toman como una crítica, pues nunca mejor dicho, ellos sacan partido de cualquier titular o noticia, por contraria a alabanzas que ésta en realidad sea.

Los italianos confirmaron lo mismo este fin de semana que ya habíamos confirmado los europeos. Y yo ahora me pregunto: ¿Hacia dónde vamos? ¿Hacia la Gran Horchatada Mundial?

Aurora Ferrer.

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