El otro día, curioseando por la red, encontré un titular que me llamó la atención: “Los periodistas españoles, los grandes derrotados en las elecciones de 2008 “. Rauda y veloz acudí al encuentro del artículo, por una parte a sabiendas de que todo lo que iba a leer era cierto y evidente, y por otro lado, dolida quizás por ser la profesión que más me gusta y la cual estoy estudiando. El artículo está firmado por Francisco Rubiales y se encuentra alojado en uno de los blogs de Periodista Digital (para verlo puede pulsar aquí). He de reconocer que hay periodistas de todas clases: buenos, malos, regulares, que venderían a su madre por un yogur, con ética, sin ética… está claro que no siempre entre profesionales anda el tema, pero por otro lado hay que pararse a pensar que es lo que nos ha llevado a esa situación. Me parecía muy grave la acusación lanzada por el Sr. Rubiales al comienzo de su relato, en el que textualmente decía lo siguiente: “Los periodistas españoles son los grandes derrotados en las elecciones generales de 2008. Su comportamiento, mayoritariamente antidemocrático, la descarada sumisión de muchos al poder político y la pérdida masiva de la independencia informativa les han hecho perder prestigio y cubrirse de vergüenza e indignidad ante la sociedad (…)”. Está bien Sr. Rubiales, vayamos por partes. Es cierto que UPyD, como este señor dice en su blog, ha sufrido un constante boicot mediático durante toda la campaña electoral, pero no creo que sea un juicio razonado culpar tan agresivamente a los periodistas como primera parte culpable. Cometemos el error habitual de llevar al heroísmo a ciertas prácticas profesionales. Llegamos a pensar que los periodistas tienen un alma Juana de Arco, de rebelión constante contra el sistema que agrede contra la libertad. Desengáñense, la humanidad no nace innata en una profesión, sino en la persona y el periodista, como cualquier otro trabajador precisa de un salario para hacer frente a hipotecas, coche, hijos… y como todo trabajador a sueldo, tiene miedo de poner en peligro su vida ante algo que sabe de antemano, es batalla perdida. Creo que para comenzar a hacer una crítica real, y algo más cargada de razones que de desazones, tenemos que respondernos de antemano a la siguiente pregunta: ¿Para quién trabaja el periodista?. He ahí la respuesta. A todos creo nos viene a la cabeza: Prisa, Vocento, COPE…, empresas privadas, más bien imperios, que han hecho de la comunicación un poder fáctico de alta relevancia para la sociedad. Siguiente pregunta: ¿Quién controla esos poderes facticos? Se hizo el silencio. En esta ocasión también creo que nos viene a la cabeza a todos, imágenes de las visitas de los monclovitas y de jueces superestrella, además de conocidos empresarios bastante forrados con el tema. ¿Es eso un control democrático? Es aquí donde viene el gran problema. El Estado no puede intervenir en la profesión periodística y en la información, por lo que un control estaría en estos momentos mal mirado y mal avenido. Podemos remitirnos y llevar por montera el Código Deontológico ¿y qué? Dicho código ha quedado a la altura del código pirata de Jack Sparrow, que se remite a unas "directrices" que con un alto gran índice de duda, se sigan algún día. Hace un par de años IU propuso un Decreto Ley para intentar solventar el problema, que fue ignorado y olvidado. Creo firmemente que habría que intentar regular firmemente el derecho a la libertad de expresión por parte de los periodistas, que indudablemente reciben el castigo a la falta de moralidad de sus jefes. Falta de moralidad que queda demostrada con la parrilla diaria y el sometimiento de sus trabajadores a la línea editorial de una forma rigurosa. Y es que desgraciadamente siempre ha sido así en este país. El periodismo se ha visto envuelto siempre del control por parte del Gobierno, de forma más exagerada en el franquismo, pero nunca ha dejado de ser la vía de manipulación de otros muchos. ¿Cómo resolver este arma de doble filo? No lo sé la verdad, pero si se que depende más de impulsar la libertad de la información a través de una ley eficaz que delimite el poder a los empresarios de estos grandes imperios, que de culpar al último eslabón de la cadena: el periodista.
Aurora García
Con la crítica razonable...
Escuchando: David Bowie - The Man Who Sold The World
6 Lengüetazos:
Estoy de acuerdo contigo.
Los periódicos deben tener una línea editorial, está claro, pero no tan marcada, y mucho menos que llegue al punto de vetar informaciones o de denostar por denostar.
Pero cambiar esto no es tan fácil como decir: "lo hacéis mal".
Esto depende del periodista, del jefe de redacción, del director del periódico, del delegado de la empresa encargado del periódico, del presidente de la empresa y, cómo no, del lector.
Es un cambio yo creo que necesario, pero que necesita la colaboración de todos. Que todos, tanto profesionales como lectores, digamos basta ya y que las cosas empiecen a normalizarse
Pero vamos, utopía 100%
un mágnifico razonamiento, lo importante es que alguién lo escuche y se ponga fin ha tanta falsedad y estafa...
ciertamente es un tema muy trillado pero que a pesar de eso no se ha tenido en cuenta mas bien se ha ignorado y no se ha tomado ninguna medida... a pesar de ser tan evidente. a ver si se hace algo
ya ¿y quien tiene tanto poder como para plantear esto y que se le escuche? ese es el personaje que buscamos ahora
fran
La objetividad es la gran mentira de la racionalidad
Aurora,
si no he entendido mal tu artículo, vienes a decir que el periodista es algo así como su profesión y sus circunstancias. Es cierto, no se puede culpar a todos los periodistas de la ausencia de democracia en España. Pero no es menos cierto que bastantes de ellos son comisarios políticos activos de los partidos o cuando menos oportunistas.
También es cierto que con la participación necesaria de la prensa, que la constituyen empresarios pero también periodistas, esa partitocracia de la que habla Rubiales se ha instalado en España.
Una ley que delimite el poder de los empresarios...A mi parecer, en el actual régimen de partidos, me parece imposible.
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